Elevo una queja hasta el Cielo,
Allí se convierte en lágrima
Que cae despacio, insidiosa,
Hasta el centro mismo de mi alma.
Reclamo, sólo reclamo,
Un poquito de paz interior,
De paz de cuerpo y alma,
De pura y simple paz.
Y me siento Sísifo y su piedra,
Prometeo y su hígado,
Paolo tan cerca y tan lejos de su Francesca,
Giangiotto traicionado.
Elevo una queja hasta el Cielo
Y me doy cuenta de que es estéril
Porque no hay paz ni jamás la habrá
Si no hay ni atisbo de justicia.
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