Atalaya que abandonas,
Frío que ahora la llena,
Erotismo hecho saudade,
Desierto para sembrar.
Recuerdos que son saetas,
Deseos que no son besos,
Anhelos de Caronte y su barca.
Estigia en la que ahogarse.
De fondo Sting me canta
Y le hace los coros Paul:
Tan solitario que ya no hay nadie,
Tan golpeado por tu ausencia.
Mientras no dormía oraba
Mientras rezaba pregunté,
La pregunta fue incómoda:
¿Vivo, para qué y para quién?
La atalaya es arena de hielo,
Tu distancia es un látigo,
Tu recuerdo es un reguero
De mi alma y su cruel llanto.
Quizás sea mi último poema,
Mi postrera queja al respirar,
Cada bocanada son mil cuchillos,
Cada latido quiere decir adiós.
Te amé, te amo y te amaré.
Moriré cobarde y maldito.
Quemarán mi cadáver y mis poemas.
Morir debería ser bueno, ¿lo es?
Nunca dimos un mal paso,
Ni uno definitivamente valiente,
Sólo me llevo ante Simón y sus llaves
Aquella tarde de amor.
Maldito sea yo,
Maldita mi cobardía,
Maldito Dante y su Infierno,
Maldito, está claro, estoy.
Hasta más ver, amor mío.
Hasta ese Empíreo que mereces,
Desde este Erebo que soy yo,
Me retiro, me oscurezco, me despido.
Por favor no llores nunca,
Nunca por este cobarde sin Dios,
Llora por las plegarias atendidas
Y por la dicha que te busca.
Adiós, amor, adiós,
Adiós, dulce niña, adiós.
Adiós polar en noviembre,
Adiós, adiós, adiós.
Frío que ahora la llena,
Erotismo hecho saudade,
Desierto para sembrar.
Recuerdos que son saetas,
Deseos que no son besos,
Anhelos de Caronte y su barca.
Estigia en la que ahogarse.
De fondo Sting me canta
Y le hace los coros Paul:
Tan solitario que ya no hay nadie,
Tan golpeado por tu ausencia.
Mientras no dormía oraba
Mientras rezaba pregunté,
La pregunta fue incómoda:
¿Vivo, para qué y para quién?
La atalaya es arena de hielo,
Tu distancia es un látigo,
Tu recuerdo es un reguero
De mi alma y su cruel llanto.
Quizás sea mi último poema,
Mi postrera queja al respirar,
Cada bocanada son mil cuchillos,
Cada latido quiere decir adiós.
Te amé, te amo y te amaré.
Moriré cobarde y maldito.
Quemarán mi cadáver y mis poemas.
Morir debería ser bueno, ¿lo es?
Nunca dimos un mal paso,
Ni uno definitivamente valiente,
Sólo me llevo ante Simón y sus llaves
Aquella tarde de amor.
Maldito sea yo,
Maldita mi cobardía,
Maldito Dante y su Infierno,
Maldito, está claro, estoy.
Hasta más ver, amor mío.
Hasta ese Empíreo que mereces,
Desde este Erebo que soy yo,
Me retiro, me oscurezco, me despido.
Por favor no llores nunca,
Nunca por este cobarde sin Dios,
Llora por las plegarias atendidas
Y por la dicha que te busca.
Adiós, amor, adiós,
Adiós, dulce niña, adiós.
Adiós polar en noviembre,
Adiós, adiós, adiós.
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