Clamo, declamo, reclamo
El fuero del fuego y morir.
Estoy, me siento, vivo y muero: solo.

Grito, me irrito, solicito
El derecho de pecho. Y vivir.
Estoy, soy, existo: solo.

Luego vendrá el consuelo,
O el desconsuelo de seguir.
El halo estaba en tu boca...
Y ya no está.

La melancolía de la fe
Que me arrancaste tras dármela.
Dios está en tus ojos...
Pero ya no me dejas mirarlos.

Siento, disiento, me resiento
Ante el filo de tus silencios.
Estoy siempre, sin ti, solo.

Centro, concentro, descentro
Mis días otrora fosforescentes.
Estoy deseando, ¿el qué?

Después dejaré de verte,
O de ver, sajándome los ojos.
Todo cuanto necesitaba era tu imagen...
Y ya no la contemplo.

La tristeza de buscar a Dios
Como un consuelo consuetudinario
Finalizando en la blasfemia,
Consuelo cobarde del desconsolado.

Pienso, me tenso: incienso,
Oro y mirra. Fuiste un don de magos.
Estoy, ya hasta mi muerte, solo.