Envío vacas rojas al Cielo
Como los marines mandan almas
De niños afganos.
Envío burbujas de agua y jabón
Como un día mandé mi alma
De niño bueno, de niño afgano,
Al centro justo de la nada,
Del vacío,
Del sueño que nunca se encarnará.
Envío poemas en gritos
Como una vez mandé oraciones
De niño cristiano, de niño hispano,
A un Dios que mata a otros niños,
Afganos, pobres o negros,
Pero que como a mí me mantuvo vivo... o casi,
Le oré con devoción insana.
Le oré con devoción de croata nuevo
Y con charcos de sangre a los pies
De niños serbios o bosnios,
Le oré entre silencios sepulcrales.
Le oré, para vergüenza mía
Y alimento de mi doble moral cristiana.
Envío caballos sin cascos
A pastizales preñados de minas
Para que pelen la tierra
Y veamos la muerte S.A.
Lucrando a especuladores enfermos
De avaricia y megalomanía,
A tipejos de baja estofa y ego alto,
A cobardes travestidos de valientes,
A mí llorando mi cobardía.
Envío, finalmente, palabras de amor,
Que no nutren pero son necesarias,
Que no dan frutos pero sí hijos,
Y los niños,
No lo olvidemos,
Son la nueva oportunidad que Dios,
Cualquier Dios verdadero,
Da al mundo.
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