Me muero
Me muero.
Me muero de pura mediocridad.
Me muero entre tanto tonto engolado
Y engorrosos engolados de pura tontuna.
Lo único real es que me muero.
Me muero.
Lo hago de puro amor,
De puro sentido esteta,
De puro arte,
De una pureza que me duele hasta matarme.
Y ellos, los tontos engolados,
Se ufanan de su mediocridad,
Se parten de risa embuchados en sus trajes caros,
En medio de sus reuniones eternas,
De sus encuentros sufragados por mí,
Por todos.
Y, entonces, me muero.
Languidezco ante el entumecimiento de enderredor,
Languidezco hasta desaparecer entre sillones muy cómodos,
Entre camas y tricliniums,
Entre monstruos travestidos de dioses.
¡Ay! ¡Qué ganas de morir!
Pero de morir en la batalla,
Tras decapitar una legión de mediocres,
Tras alzar una voz revolucionaria que no trasnochada
Contra la maldita mediocridad que nos invade,
Nos infecta,
Nos llena hasta convertirse en una pandemia.
Y, así,
Aplaudimos a pan sin sales,
Cantantes sin voz,
Músicos sin virtuosismo,
Pintores de brocha,
Políticos y aspirantes
A los que deberíamos ahorcar
Antes de ser diputados o alcaldes,
Rectores o ministros.
Y como parece que no los podré matar...
Me muero.
Me muero.
Me muero.
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