Desnudo sobre la nieve,
Abrazado a un árbol rugoso,
Herido, casi vencido,
Pero no muerto,
Afirmo que ya no te odio.

Azotado, magullado y zaherido,
Con el cuerpo amoratado,
Con los dedos hechos hielo,
Pero aún con un hilo de calor,
Digo que tampoco te puedo amar.

Retorcido de dolor,
Con los huesos descarnados,
Sajado por el frío y por el hombre,
Y por tu ausencia, mujer,
Sentencio que sólo te puedo llorar.

Hecha jirones el alma,
Sin más lágrimas que echar,
Ninguneado y callado
Por toda una generación,
Colijo que ya no puedo más.

Vomitando penas y ofensas,
Con la cara ante ti arrancada,
Desfigurado y monstruoso
Como una versión vaga de Dios
Susurro que todo vuelve a empezar

hoy.