Haikus encadenados y envenenados
El deseo,
Árbol de hoja perenne
Y savia necesariamente venenosa.
Tu amor,
Gema que nunca voy a tallar
O sílex afilado para matarme.
Tu cuerpo,
Negación de muros y ropas
Que se me hacen presidio y ceguera.
El pecado,
Cobardía desastrosa
E inminente condena eterna.
El dolor,
Moneda de pago
Para mi uso cotidiano.
Las flores,
Lo único bello
Cuando no estás tú.
Dios,
El que me infunde la vida
Para que yo la tire con mi cobardía.
El arte,
Búnker en el que me escondo
De las bombas de la fealdad y la vida.
Nosotros,
Palabra que no pronuncio,
Primera persona del plural que ya no conjugo.
La muerte,
Es lo que más deseo,
Ahora que me niego desearte.
Adiós,
Palabra que sólo musito
Pero que retumba en tus ojos.
¿Por qué te desnudas
Para otros a los que no amas
Y te niegas a mí?
El amor,
Cuchillo que me clavas
Y que yo acepto constantemente.
Cualquier mañana
Descubriré que mis deseos se cumplen
Y estaré muerto, por fin.
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