Clavé mi alma en lo alto de un monte,
La dejé helar y casi morir,
Pero no pura como dicen las iglesias,
No pura como vocean profetas y ministros,
Pura por ser libre,
No sabría de su vuelta quizás nunca,
Pero me arriesgué.
No sabría nunca si era la mía,
Sólo los dioses verdaderos,
Y no voceros o jueces crueles.
Pero no quería que su camino fuese recto,
No con la rectitud de los monoteísmos,
Sino con la puridad de lo que es bueno y sencillo,
No sabría si mi alma era mía,
Nunca lo sabría,
A no ser que hallase el amor...
Que ya no vive en el monte,
Enrollada a tu sonrisa.
La dejé helar y casi morir,
Necesitaba que bajase ella sola,
Obligada a ser pura.Pero no pura como dicen las iglesias,
No pura como vocean profetas y ministros,
Pura por ser libre,
Pura por ser sabia.
No sabría de su vuelta quizás nunca,
Pero me arriesgué.
No sabría nunca si era la mía,
Pero lo permití.
Sólo los dioses verdaderos,
Los que siempre se ríen,
La conducirían a mí limpiaY no voceros o jueces crueles.
Pero no quería que su camino fuese recto,
No con la rectitud de los monoteísmos,
Sino con la puridad de lo que es bueno y sencillo,
Puridad anudada al amor.
No sabría si mi alma era mía,
Nunca lo sabría,
A no ser que hallase el amor...
Y entonces llegaste tú.
Ahora duermo tranquilo con mi alma,
Que ya no está exiliada,Que ya no vive en el monte,
Enrollada a tu sonrisa.
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