En el centro mismo de una catástrofe sin fin,
En el medio de ese todo que es la nada,
En el fuego frío que es un hogar vacío
Te sueño, rezo y admiro.

Voy regando con lágrimas y penas
Las plantas que son ahora grises,
Los cactus que sueñan ya ser cadáver
Y lo que fue y ya no es.

Cada vez que te escribo un te amo
Me respondo con tus suspiros ya ausentes
Y sólo se me ocurre musitarte,
Aunque no estés, un nuevo te amo.

Luego llega la noche y dejo que me duela,
Que me duela aún más.
Y el llanto se torna en sangre
Y las vísceras en sus charcos vivos.

En el centro mismo de esta catástrofe,
En el medio de esta ya eterna nada,
En la frialdad de mi soledad vacía
Empieza la primavera pero no estás tú.

Así que las flores son de plástico,
La tibieza es sólo climática,
Y Dios me vuelve copróvomo
Ya lo sabes, sólo porque tú no estás.

Estrella ausente de mi constelación,
Luz eterna que me obliga a amar,
A amarte sin sentido, mi dulce alhelí,
Déjame, al menos, este cántico.

Déjame, al menos, morir.