¿Por qué vivo, para qué... Para quién?
¿Para respirar, consumir y morir?
¿Para soportar una religión en la que no creo?
¿Para mantener ilusiones de iluso?
¿Para eternizar la mediocridad hedionda
En la que me sumo y asumo pero a la que no quiero sumar?

Creí haber encontrado una causa... O dos.
Pero la una es mi fin y la otra ha puesto a todo fin.
La una me pide cada día morir y la otra me ha matado.
¿Por qué vivir pues?
¿Para qué?
¿Para quién?
Lo mejor es irse sin alharacas. Irme.

Terminaré una novela que escribí para ese par de causas
Y dejaré que el carpintero de Judea me muestre si es Dios,
O el tipo sin rostro, o el gordo hindú, o ninguno de ellos
Y mi sufrimiento será sólo alimento para la tierra
Y luego mis causas llorarán, o no.

Luego no os preguntéis por qué, para qué o para quién.