Sueños siniestros
Me levanto,
Más bien me incorporo,
Con más ganas que nunca
De acabar con todo,
Con esta nada a la que llamo todo,
Con este dolor continuo,
Con esto que dicen vida,
Pero que es infierno,
Que es pena,
Que es miseria interior:
Me levanto con ganas de morir.
Pienso en un suicidio sereno,
En un final tranquilo,
En una Misa de Mozart,
En unos versos de Guillén,
En el aroma de tu piel
Y luego expiar.
He perdido toda fuerza,
Todo deseo,
Toda gana,
Toda fe,
Todo temor...
Si no lo hago
No es por cobardía
Sino por ti,
Por el perfume de tu persona,
Por la sabiduría que derramas sobre mí,
Porque ya no creo en nada
Salvo en acabar,
En irme,
En un adiós discreto,
Sin esquelas ni panejíricos,
Sin gurúes ni monsergas,
Sin dioses ni monstruos.
Pero luego me vienes a la mente,
A ese cerebrín miserable,
Y abandono.
¿Por qué?
Hay tantos porqués
Que prefiero abordar el cómo,
Que es el porqué de la gente inteligente,
Y, así, moriré
Preguntándome cómo...
Cómo se me olvidó sonreír,
Cómo sigo respirando,
(¡Cómo te amo!),
Cómo me amas,
Cómo me odio,
Cómo deseo terminar.
No te sorprendas si un día
Se me olvida tu olor,
Tu piel,
Tu sonrisa,
Tu inteligencia,
Y alguien te cuenta
Que mi pronunciada nada
Acabó,
La acabé,
Acabó,
Por fin.
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