Me dejo morir tranquilo
En la puerta misma de la ciudad sin Dios
Por última vez te veo,
Hermosa y etérea como la primera.
En esta cloaca de este Jerusalén,
En el centro mismo de nada,
Escucho el rumor de tu perfume
Al caer por tu canalillo.
Y creo en Dios porque existes tú,
Y creo en ti que vives en la ciudad
Aunque en la ciudad no haya Dios
Y nunca tenga visos de haberlo.
Mi aliento se acaba
Como se acabó un día mi fe
En los dioses de ciudad,
Cualquier ciudad en la que no estés.
De nuevo atrona tu sonrisa
Al estirar tu boca
Que busco como al mismo Dios
Ahora que me marcho.
Y sé que esa sonrisa límpida
Me conducirá al centro mismo del Cielo
Aunque muera en los arrabales de la ciudad sin Dios
Porque muero hallándote, amor.
Dejo la vista como último órgano vivo,
Ya no escucho tu perfume,
Ni siento nada que venga de la urbe sin Dios,
Me centro sólo en tu imagen
Y dejo que la muerte me invada,
Por fin,
Mientras pienso un agradecimiento a Dios
Por dejarme a solas contigo, mi amor.
En la puerta misma de la ciudad sin Dios
Por última vez te veo,
Hermosa y etérea como la primera.
En esta cloaca de este Jerusalén,
En el centro mismo de nada,
Escucho el rumor de tu perfume
Al caer por tu canalillo.
Y creo en Dios porque existes tú,
Y creo en ti que vives en la ciudad
Aunque en la ciudad no haya Dios
Y nunca tenga visos de haberlo.
Mi aliento se acaba
Como se acabó un día mi fe
En los dioses de ciudad,
Cualquier ciudad en la que no estés.
De nuevo atrona tu sonrisa
Al estirar tu boca
Que busco como al mismo Dios
Ahora que me marcho.
Y sé que esa sonrisa límpida
Me conducirá al centro mismo del Cielo
Aunque muera en los arrabales de la ciudad sin Dios
Porque muero hallándote, amor.
Dejo la vista como último órgano vivo,
Ya no escucho tu perfume,
Ni siento nada que venga de la urbe sin Dios,
Me centro sólo en tu imagen
Y dejo que la muerte me invada,
Por fin,
Mientras pienso un agradecimiento a Dios
Por dejarme a solas contigo, mi amor.
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