Ridículo y asco
Ridículo en tu presencia,
Asco en tu ausencia... ¡Dios!
Trato de exonerar mi miseria,
El asco que me produzco.
Trato, y no puedo,
De limpiar ese tufo a fracaso,
De inmacular lo sucio,
De purificar lo corrupto,
De ser el bien en mi maldad.
Por qué no me muero,
O me matas tú, Dios,
Y, así, dejaré de arrastrarme
Entre lo ridículo y lo asqueroso.
Mátame...
Mátame...
¡Matátame!
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