Mis manos buscan tu cuerpo
Pero, en realidad, rozan tu alma.
Tus manos amparan y suplican
Que no te deje de tocar.
Mis dedos encuentran en tus pliegues
Pistas que conducen al paroxismo
Y éste sólo lo buscas y alcanzas
Con los versos que llevan mis dedos.
Mis yemas desequilibran tus curvas
Y las convierten en olas
Cuya ruptura es frente a rocas
Que abrazas y gozas.
Mis dedos son ahora llaves
Que abren tu sexo y el mío
Y en el fondo hallan un verso:
Mística bendita por la lujuria.
Mis manos envuelven las tuyas,
Las agarran, protegen y acaloran.
Entonces suena tu alma
Y me susurra un te quiero.
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