Ardo en el centro mismo del dolor,
De su capital, de su hipocentro
Y de su epicentro. Ardo.
Me condena a favilas la miseria,
El clientelismo y la cobardía.
Y, quizás, sólo quizás, yo.
Y en ese yo va que quizás,
Sólo quizás, no luché lo suficiente,
No maté lo suficiente... No maté.
Ahora sólo resta buscar la perspectiva,
Hallar el tiempo exacto de duelo
Y, después, languidecer hasta morir.
Saber lo que me duele todo
Y más en mi perfecta soledad
Porque ahora sé qué solo estoy.
Y es en ella donde mis pavesas,
Mis restos, se hacen polvo
Y acabo siendo cenizas, por fin.
Enhorabuena a todos mis enemigos
Ya lo habéis conseguido:
Soy nada. Nada de nada.
Enhorabuena a mí mismo,
Harto de luchar abandono todo,
Me dejo a un Dios que me dé explicaciones.
Porque tendrá que darlas,
Porque tendrá que hablar,
Porque albedrío hay, ¿pero libre?
Así que yo, que traté de ser libre
Le pido que me cuente cosas
Y sonrío en mi eterna derrota.
De su capital, de su hipocentro
Y de su epicentro. Ardo.
Me condena a favilas la miseria,
El clientelismo y la cobardía.
Y, quizás, sólo quizás, yo.
Y en ese yo va que quizás,
Sólo quizás, no luché lo suficiente,
No maté lo suficiente... No maté.
Ahora sólo resta buscar la perspectiva,
Hallar el tiempo exacto de duelo
Y, después, languidecer hasta morir.
Saber lo que me duele todo
Y más en mi perfecta soledad
Porque ahora sé qué solo estoy.
Y es en ella donde mis pavesas,
Mis restos, se hacen polvo
Y acabo siendo cenizas, por fin.
Enhorabuena a todos mis enemigos
Ya lo habéis conseguido:
Soy nada. Nada de nada.
Enhorabuena a mí mismo,
Harto de luchar abandono todo,
Me dejo a un Dios que me dé explicaciones.
Porque tendrá que darlas,
Porque tendrá que hablar,
Porque albedrío hay, ¿pero libre?
Así que yo, que traté de ser libre
Le pido que me cuente cosas
Y sonrío en mi eterna derrota.
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