Encierro el despiste tras mi alma,
Entre retales de pasado enmohecidos.
Encierro y entierro lágrimas inertes
Tras un rincón helado de mis recuerdos,
De mi cerebro.
Traté tantas veces de centrarme
En la búsqueda del mismísimo Santo Grial
De tu amor
Que decidí despistarme ante mi fracaso,
Que decidí musitar salmos profanos,
Mantras eróticos,
Que llevasen tu nombre.
Luego, sí, luego,
Me despisté,
Hasta hoy
Que te vuelvo a ver
Y sólo se me ocurre
Un te amo
Manido y derrotado
Como yo mismo.
¡Qué pena ser tan solo despistado!
¡Qué pena no ser amnésico!
Y, así, olvidar
Hasta perder
Tu rastro,
Tu rostro,
Tu perfecta conjunción facial,
Física
Y metafísica.
Tu perfección.
Reitero:
Te amo.
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