Maldigo, maldito, malhadado:
Digo tu nombre y escupo al mío.
Cobarde, ausente, esquivo, sajado.
Ya no creo ni quiero ni muero
Salvo cuando digo tu nombre.

Arrojo, alojo, alhaja:
Al decir cada fonema de tu nombre.
Lanzado, recogido, mi joya ausente.
Yo perdí la fe, la esperanza y la caridad
Al menos hasta que digo tu nombre.

Encendido, enardecido, embobado
Al pronunciar tu ser en tu ausencia.
Fuego, ardor y tanta tontería.
Me lanzo al infierno de no morir
Pero entonces vivo sólo por una palabra: tu nombre.

Ahora debo morir otro rato,
Ahora debo decir tu nombre y el mío.
Ahora debo vomitar mi dolor sempiterno.
Ya no hay ningún Dios que me alumbre
Ni tampoco demonio que me lleve al decirlo.

Buenas noches. Hasta siempre.
Buenas noches... Y tu nombre.
Buenas noches. Quizás sea hasta nunca.
Buenas noches sin mañana
Pero buenas sean tras decir tu nombre.

Tu nombre.

Silbo para ahuyentar el llanto,
Lo lleno con sonrisas y sandeces,
Y creencias en dioses dispares
Y disparates de credos de cromo...
Sabes que te amo.

Mi padre patea con patochadas,
Mi madre maquilla mendacidades,
Mi hermano me enerva evanescente
Y yo no puedo decir nada...
Excepto que te amo.

Mi vida vale vilezas,
Mi pasado pasó penoso,
Mi futuro funciona funesto,
Y yo dejo deshacerme a la dama...
Simplemente porque te amo.

Pelele de paja que se aja,
Cobarde por excelencia y excrecencia,
Ausente de vida barrida,
Esperma yermo de enfermo...
Y, aun así, te amo.

Te amo y te amo.