Amaba su ayer y su hoy,

Mirando un baobab

A la hora del té,

Nada más que un árbol

Decía, ya lo sé:

África entera sin andén.

Y reía a su cordera

Besándola como un boom.

Entre risas a su amada

Le contaba historias sin fin,

Entre risas nacidas de la vid,

Nacidas para ella.

Amanda soñaba en un convoy

Mientras miraba a un baobab

A la hora del yo qué sé,

Ni quería saber, sólo el sol

Debía marcar el tiempo y la fe.

África, en cada andén.

Y Belén soñaba con África,

Belén lo hacía sin zoom

En noches oscuras sin calma,

Ligada a risas que claman,

En noches que son todo sed

Nacidas desde el centro del alma.

Hay noches muy largas

Que mueren sólo cuando

Me miras y me sonríes.

Hay noches muy frías

Que piden a gritos

Eso que tú me das.

Hay noches más frías aún

Que necesitan tu calor,

Y el de tus ojos.

Hay noches eternas

Que sólo tú haces día

Con el sabor de tu boca.

Hay noches hermosas

Que las estrellas envidian

Porque brillas más tú.

Y en esas noches

Quiero vivir contigo,

Quiero seguir en ti.

En esas noches perfectas

Que vestimos con champán

Y con futuros sin conjugar,

Es en esas noches diáfanas

Donde te sueño y te rezo,

Porque te sé ideal y divina.

Escapularios de sonrisas

Hilados con lana de cordero,

Por fortuna nada virgen,

Tejí este fin de semana

Entre memorias y llantos.

Recuerdos ya imborrables

De charlas y besos

Hechos a tres

De amor y de palabras

Que conducían a un nombre.

Ristras de carcajadas

Y balidos de cordero

Ahora hechos eco

Y música y una camiseta

Y hasta hechos de amor.

Mi sonrisa y mis lágrimas

Se mezclaron y enjugaron

Con las vuestras, que son ya mías,

Y las rezamos juntos

Porque nos oía desde el Cielo.

Escapularios de sonrisas,

Dos mujeres muy bellas,

Tan bellas por dentro

Que deslumbran por fuera

Mientras bala nuestro cordero.

Lágrimas plateadas

como mis sienes.

Secas como mis sueños

Buscan su razón de ser.

¿Agotamiento?

¿Hartazgo?

¿Desesperación?

¿Injusticia?

O quizás todo se resuma

En el dolor tras tanta derrota,

El dolor de tu continua ausencia,

El dolor que me impide pronunciar tu nombre

Porque si lo hago

Las lágrimas plateadas

Hierven en mis ojos

Y queman todo recuerdo.

Escucho otra canción

Que me habla de ti,

Pero no abro la boca

Para que me duela aún más,

Ese prurito tan necesario

Cuando se ha tenido todo

Y no se tiene nada...

El llanto argentado,

Como mis cabellos

Y mi vida, 

Eterno segundón,

No porque no pudiese ganar

Sino porque nunca me dejaron.

Ni siquiera contigo,

Ni siquiera sin ti;

Ese llanto de plata

Pide a gritos desahogarse

Y sólo sé que quiero morir,

Morir en tus brazos

Y que mi última visión sea tu sonrisa

Y mi última voz sea tu nombre,

Ese que ahora me hace llorar,

Sólo con pensarlo,

Lágrimas plateadas.

Ewa Ludwiczak Apuntes de acuarela en una moleskine.

La tristeza me tiñe de azul,

El del color de tus ojos,

Mi percepción del mundo.

Bloque gélido de lapislázuli

Impenetrable e inconsútil

Que no deseo atravesar,

Y no puedo.

Lo mismo que me pasa

Con los versos subvencionados,

Los artistas oficiales

Y los militares con más estrellas

Que La Meca del cine.

La tristeza cianótica

Envenena la noche

De mis días

Y los convierte

En un muro oceánico

De un cielo nada protector

Porque al otro lado

Estás tú

Con tu belleza ahora triste,

Ahora deseosa de partir

Hacia un mundo sincero.

La pena celeste

Y agreste como ofensa

A esta manera de subsistir

Que en el fondo de tus ojos

Oculta hasta la niña que llevas dentro

Y sus ilusiones aún por cumplir

Mientras la pared azulada

Se ha vuelto más alta

Entre cercenadores silencios

Y lamentaciones ateas.

Y después estás tú...

Lo estarás siempre,

Y siempre es hasta el Cielo,

Hasta la profundidad del mar,

Hasta que cualquier dios,

Verdadero o no,

Quiera y me lleve,

Si te vas,

A tu lado

Y entonces,

Y sólo entonces,

Veré la alegría azul

De tu mirada,

La felicidad en mi mundo

Y mi percepción sobre él

Vendrá en grados kelvin,

Y su temperatura azul del color.