Recé despacio,

Como si mi oración 

Fuese una pompa de jabón,

Mucho más divertida

Que las fúnebres 

A las que nos conducen siempre

Los rezos de curas y monjas,

Cánceres de una sociedad marchita,

Tumores a extirpar,

Como tantos otros

Salvo tu imagen desnuda,

Salvo mi loa a tu cuerpo...

Y también a tu alma.

La pompa de jabón flotaba

Como tu imagen divina

Lo hacía en la zona más carnal

De mi cerebro.

Mi virilidad rezaba ahora.

Dios existía solo en tu piel

Y Satanás sólo en las bocas

De los cánceres de esta sociedad marchita,

Tumores a extirpar,

Como tantísimos otros,

Excepto tu persona desnuda

Para mi ser imperfecto

Que trataba de maquillar

En la loa hacia tu piel.

Ya ardía de deseo y necesidad de ti

Cuando me di cuenta

De que no existe más Dios

Que el que mora entre nosotros

Al ser nosotros

Y de nadie más.

Y ya no había ni demonio

Ni cánceres a extirpar

O tumores de esta sociedad marchita.

Sólo estábamos nosotros

Un hermoso nosotros

Y nadie más.

Ya no te tengo,

Aunque lo mejor es que nunca,

Mi vida, te tuve.

Ahora te recuerdo,

Y lo más bonito es que siempre,

Mi niña, te recordaré.

Te sigo sonriendo,

Aún hoy lo maravilloso es que sé,

Mi amor, que te seguiré sonriendo.

Ya no hay recuerdos turbios,

Los mismos que tratase de creerte

Tras creártelos.

Ya no hay dioses ni monstruos,

Sino figuras de barro y sombras

Que modelaste.

Ya nada es igual

Y siempre será diferente

Hasta ser gélido.

Pero te sigo sonriendo,

Y lo mejor es que lo haré,

Aunque no te lo creas: siempre.

Moriré con ese gesto sincero

Y sin ninguna acritud ni atisbo,

Mi preciosa, seguro.

Me sentí vacío,

Me sacié de vida,

Sonreí a la muerte...

Porque he vivido.

Nunca me paré por nadie,

Nunca regalé mi asueto,

Nunca creí en sus opiniones...

Porque eran nocivas.

Luché cada palmo que hollé,

Hollé cada palmo que viví,

Viví cada palmo que reí...

Porque riendo vencía.

Ahora espero a la muerte

Sabiendo que hice los deberes

Y no hice mal a nadie...

Porque en eso consiste vivir.

Ahora sé que no hay Cielo,

Pero sé que hay infierno.

El primero sin ti no existe...

Porque en el otro estoy yo.

La eternidad será fruto de un instante

Y lo efímero estará siempre en mi memoria,

Así que eso es, en esencia, el Cielo...

Porque lo demás, sin ti, es infierno.

María de Nati (Rubén Pérez Barrena)

Un pensamiento deshojado

En fonemas inconexos

Que dan y quitan sentido a mi vida

Eres tú.

Pensé en soñar 

Marmóreos futuros

En color añil refulgente

Como tus ojos.

Pero el pensamiento se secó,

Perdió sus hojas y su verdor

Convirtiéndose en un suspiro inane

Como soy yo.

Así que recé a un dios que no existe,

Abracé una filosofía mentirosa

Y me di cuenta demasiado tarde

De mi error.

Porque si no te rezo a ti te musito,

Si no te abrazo a ti,

¿Qué hago abrazando filosofías

Que no son tú?

Mi pensamiento seco y marchito

Llora sus últimas lágrimas

Al recordar tu piel y tu alma...

Y muero.

Quizás en mi siguiente vida,

Si es que alguna hay tras esta,

Tu piel sea mi piel

Y tu alma...

No, ésa ya es tuya,

                                te la di una mañana,

Para siempre,

Para ti.

Nunca imaginé el silencio

Como el principio de todo,

Sino un murmullo moribundo

Que daba paso a la vida.

Pero llegaste tú,

Muda, absorta y sonriente

Y mandé callar al murmullo

Porque quería vivir.

Vivir a tu lado, en tu regazo,

Donde dios invita a quedarse

Y el diablo a hacernos gemir

Para celebrar la existencia.

Y me diste silente un hogar

Y hasta el crepitar de la chimenea

Me pareció una armonía mozartiana

Porque la vida eras tú.

Lo demás no existe,

Ni deseo que lo haga

Y menos en la mudez

Que me has dejado ahora...

Tras el portazo

Alois Glogar (de su colección Memento audere semper) 

Modelo Alicia

Las luciérnagas ya no bailan

Su ciclotímica danza

De brújulas rotas

Sobre árboles secos,

Con cadáveres inanes

En inhóspita soledad

Y pánico silente...

Como estoy yo,

Sólo yo.

Los cánticos que proferían

Son satánicos y miserables

Como sabáticos y lamentables,

De cáustico linaje,

Los aristócratas se creen.

Pero áspides de memoria

Y cálida mordedura

Me recuerdan a ti,

Sólo a ti.

Las luciérnagas de mi memoria

Son películas sin celuloide 

Y selváticos desiertos

Sin ínfulas de nada,

Ni óbolos ni propinas.

Son fáciles dolores

De pretéritos más que perfectos

Donde estabas tú,

Sólo tú.

Los coleópteros luminosos

De cánticos irritantes

De coreógrafos sin futuro

Y bárbaras ilusiones

Con míseros vacíos

A lágrimas me llevan,

A Empíreos caídos

Donde no hay nosotros,

Sólo nosotros.

Imagen: Sydney Sweeney, Euphoria

No hay luz de sábado

En matices intangibles de añil

Si no están tus ojos de caramelo

Mirando las tostadas y el café.

No suena la música a trascendente

Ni los monstruos se vuelven bailarinas

Si no musitas los primeros versos

De la melodía salvaje que somos.

No hay lágrimas más dulces

En matices que titilan mi felicidad

Si no salen junto a las de tus ojos

Como cuando pisamos Burkina.

No rezo a ningún dios verdadero

Que no me haya anunciado ningún gurú

Si no lo veo a lo largo de tu piel

Tanto de tu cuerpo como de tu alma.

Así que, ¿cómo no te voy a mar?

¿Cómo no voy a rezarte en silencio?

¿Cómo no voy a ser feliz?

Si estás desde hace tanto a mi lado.

Gioconda sin sonrisa,

Naturaleza que agoniza,

Desnudo sin piel

Azul alejado del cielo y del mar...

Belleza sin parangón.

Gala sin Dalí,

Dora sin Picasso,

Simonetta sin Botticelli

María sin arcángel...

Mujer sin tachas.

Sensualidad etérea,

Sexualidad carnal,

Fuego en cada caricia del pincel,

Candor sin exhibicionismo...

Alegoría de mi concepto de amor.

Nadzeya Grakhouskaya (Foto de Dmitry Medved)