Ayer envejecí otro poco,
Ayer, mientras charlaba,
Ayer mientras encanecía,
Ayer,
Recibí un regalo precioso.
Volví a ver el enamoramiento en directo,
Sin mercenarios del cariño
En treinta y cinco milímetros,
O en seiscientas veinticinco líneas,
Vi el amor febril, fervoroso y formidable
Entre dos adolescentes casi adultas,
Ayer vi como una abrazaba,
Se abrazaba,
A la otra hasta que ésta claudicaba
A sus palabras, a sus susurros,
A sus sonrisas siervas de su reacción
Y a sus caricias repletas de albricias futuras
Y todo concluía en un brillante beso.
Ellas, las dos muchachas,
Lo hacían en un bar,
En un lugar público y abierto,
No en un gueto gai,
Y eso me proporcionó mi segundo presente:
La libertad.
Así pues, mis odiados políticos,
La guerra por el control la habéis perdido,
Porque ayer dos muchachas,
Dos dulces y hermosas chavalitas,
Me regalaron fuerza para seguir luchando
Y amor para seguir queriendo vivir.
Gracias por ese especial regalo de cumpleaños. Gracias.

(Fotograma de la película Lost and Delirious, Lèa Pool, 2001)

¿HASTA CUÁNDO?

Me desmorono.
Decido morir poco a poco.
El resto de mí es una pavesa,
Lo que no es mierda ni humo.
Me deshago.

En el medio de todo esto está Dios,
Con su sonrisa burlona
De niño malcriado que juega conmigo,
Como con otros casi siete mil millones
De mascotas a los que llama hijos.

Me resquebrajo,
Soy un trozo de queso reseco
Ante el rallador más afilado.
Lo que quede de mí será incomible.
Me desecho.

Y mirando, de fondo, el diablo
Con una risa de tonto y perdedor,
Como el niño que masca un chicle
Robado de sabor a basura pura.
El tonto contra el que lanza el Otro sus mascotas.

Me fundo.
Ante un horno hecho de tiempo
En el que da igual frío o calor
Porque lo importante es abrasarte de asco.
Me desmonto.

Y bajo mis pies ya deshechos la burla,
Una mofa eterna a mis aspiraciones de papel,
A mis ideas de otro mundo posible,
Un cachondeo que filetea mi corazón y mi alma.
Resulta que el tonto soy yo.

¿Hasta cuándo?