La búsqueda

Hay un hada brillante
Que busca su camino,
Creía ser sólo humana
Y ser humana no es bastante...

Al menos para ella,

Al menos para un hada.

Corretea sin rumbo,
No encuentra su senda,
Necesita saborear y olvidar
La no satisfacción.

Porque ella es más que humana,

Porque ella es un hada, y más.

Hace trazos y dibujos,
Ilustra sin ningún placer,
Baña de belleza hojas blancas
Pero no sonríe después, no sonríe.

Pero no deja de buscar sus alas,

Al fin y al cabo, es un hada... Y más,

Mucho más.

Cuando los ababoles formen aramboles

Y los versos se conviertan en besos,

Cuando el dolor se desintegre en color

Y los sueños alcen su peculiar vuelo

Entonces seré feliz.

Cuando los dioses abandonen su grotescas poses

Y sus gurúes sean devorados como simples ñúes,

Cuando la caridad se convierta en humanidad

Y los caritativos comprendan la bondad del mendigo

Entonces seré feliz.

Cuando los talentosos desintengren a los casposos

Y el público deje de ser un ente impúdico,

Cuando los demonios sean sólo notas de armonio

Y las pesadillas graciosas como ardillas

Entonces seré feliz.

Cuando todo mi amor te colme de calor

Y el fuego que desate sea un simple juego,

Cuando la escuela deje de ser una inmoral secuela

Y los negociantes de niños sean pasado sin brillo

Entonces, sí,

Entonces,

Seré muy feliz.

Formidable mujer desnuda,
Escuetamente cubierta,
Levemente tapada,
Aunque, gracias a Dios,
Claramente insuficiente:
Invitame a tu lecho.
Oh, llévame hasta el séptimo cielo.
Nunca me niegues tu lujuria.

Fabulosa mujer en cueros,
Eminencia de la desnudez,
Liberadora de mis deseos,
Arquetipo del que ser esclavo.
Calor humano como concepto,
Imposible de no ser deseada
O, sin más, querida.
No dejes de darme tu lujuria.

Fenomenal mujer corita,
Encendida luz de mis desvelos,
Lisérgico sueño hecho carne,
Amuleto contra la frigidez.
Cuenta conmigo en tu lecho,
Invádeme de caricias
Obviemos al resto del mundo.
No dejes, ni un instante, de darme tu lujuria.

Escribo, describo, odio...

Me odio por ser un árbol.

Soy una hoja nervada

Pero no amada, sin abrigo ajeno.

Supongo, me supongo,

Un baobab solitario,

Un olmo retorcido de dolor,

Atacado por una grafiosis

Que le obliga a sentirse solo.

Pienso, sopeso, odio...

Me vuelvo a odiar

De puro aislamiento.

Tengo vida,

Pero carezco de ella,

Del calor ajeno

Que me hace sentir vivo.

Soy algo asexuado,

O, al menos,

Me ven todos así.

Soy una copa frondosa

Que cubre en la tormenta,

Soy un tronco al que asirse

Cuando llega la riada...

Pero no soy la vida,

No la transmito...

Nadie me deja transmitirla.

Soy un árbol,

Por eso odio,

Por eso me odio...

Por eso y porque nunca dejaré

De serlo (para ti).