Y te di,
Y me diste,
Y te busqué,
Y te fuiste,
Como un anhelo infantil,
Como un dios agnóstico.

Y te amé,
Y me amaste,
Y te llamé,
Y te marchaste,
Como un sueño adolescente,
Como una lágrima en el universo.

Y te deseé,
Y me deseaste,
Y te grité,
Y no escuchaste,
Como ensimismada en tu mundo,
Como si tuvieses tu propia frontera.

Y te amo,
Y no me amas,
Y te amaré,
Y no lo harás nunca más,
Como una piedra, un meteorito,
Como un imbécil lo haré yo.





Magdalena desvanecida (Artemisia Gentileschi)

Y me di a ti
Con esa lujuria
De ver tu espalda desnuda
Y tu mirada furtiva.
Tus labios dibujando
Una mezcla de alegría
Y deseo,
Quizá infantil,
Quizá maduro.

Y volví a mirarte
Con la necesidad urgente
De escribir unos versos
Sobre la mesa de esa piel corita
Que mostraba tu espalda,
Mientras tus labios rojos
Me apuntaban:
Quizás granates,
Quizás perfectos.

Y con mi tercera mirada,
Ya instalado en el deseo,
Arranqué el fuego
De mi alma
Para convertirlo en palabras,
Palabras de amor y de lujuria,
Magmas de presente y futuro,
Quizás unidos,
Seguro amigos.

Escuchando tu voz,
Dejando llegar tu persona,
Tu personalidad,
A mi alma vetusta
Tras una inocente canción:
Hija de Afrodita,
Me dije que no sé nada
Si no sabes todo.

Y todo es esa nada,
Nada sartriana y existencialista,
En la que me siento vacío
Por tu ausencia,
Por cada instante sin ti
En el que mi alma se alimenta
Sólo de despojos y migajas,
De esos recuerdos
Que sólo son sueños de ti,
Contigo.

Y esa nada sería todo
Si pudiese escribir mis versos
Sobre la mesa de tu espalda desnuda,
Sintiendo mi latir y el tuyo
Y entintando hojas para ti,
Hija de Afrodita,
Pasión, lujuria, ascetismo
De un amor completo,
De un fuego sin fin,
De un verso que lleva tu nombre
Porque sólo puede ser el tuyo
Junto al mío, conmigo.

Recuerdo cuando encontré tus ojos
Con su esplendorosa sonrisa puesta
Mientras yo buscaba en tu boca
Lo que ya me daba tu mirada.

Diosa de la sensualidad sempiterna
Lacando lágrimas de alegría
Mientras yo buscaba en tus ojos
Una felicidad que nunca tendré.

Inalcanzable, inabarcable, inconsútil
Como el vestido que me encantaría quitarte
Mientras yo buscaba en tus pechos
Todo lo que ya tenía en tu alma.

Ahora que ya me es imposible amarte
Con el fuego del magma primigenio
Mientras malgasto mi memoria
Recordando cada una de tus ausencias.

Ahora ya no puedo dejar de amarte
En esa eternidad de un día sin ti
Mientras yo me pierdo en una búsqueda
De ese día eterno que sonríe en tus ojos.




Bruno Vepkhavdze

Y no te vi,
Porque nunca quieres verme,
Porque me arranqué los ojos
Como tú hiciste con tu lengua.

Y no me hablaste,
Porque ya no quieres,
Porque no me quieres
Como yo te quiero a ti.

Y lloré silente,
Porque me sigues doliendo,
Porque me duele seguirte
Como tú sigues en tus trece.

Y sé que tengo alma,
Porque siento el corazón,
Porque siento tu silencio
Como tú el retumbar de mi ausencia.

Luego vendrá Dios,
Porque siempre acaba llegando,
Porque tendrá que darme explicaciones
De por qué me abandonaste.

Y vendrá el diablo,
Porque siempre está presente,
Porque de otro modo no me explico
Cómo me dejaste de hablar.

Y en medio la muerte,
Porque, como Dios, siempre llega,
Porque, como el diablo, siempre está
Como analgésico ficticio.


Ron Hicks - Stolen Kisses