Eros vive de Tánatos,

Se alimenta de pasión,

Sin compasión,

Del momento final,

De su espera

Que tanto desespera

A quien no hace nada por vivir,

Salvo morir día a día.

Tánatos lo sabe

Y le da un maná

En forma, nada más,

Que de besos y futuro,

De pechos llenos de deseo,

De lo bello y de lo feo

Que es vivir cada día,

Y cada pedacito de éste,

Aunque a veces apeste

Como la acumulación,

La pleitesía o esa idea

Que produce diarrea

De lo que dice la religión,

Esas perversiones de la idea de Dios.

En la que se refugian

Quienes no saben,

Quienes no caben,

En esa idea de amor y muerte,

Donde Tánatos alimenta a Eros

Ante los embates más fieros

De eso que llamamos vivir.

Obra: Amor y muerte, de Roberto Ferri

No estabas,

Pero siempre estabas.

Yo no quería,

Pero te quería.

Te seguía queriendo

Mientras me mentía frente a un espejo,

Cualquier espejo

Donde la mentira sería moneda,

Y tu amor perdido el pago.

No estabas en el reflejo,

Pero siempre te reflejabas,

No quería quererte

Pero tu imagen divina

Quería quererme

Como sólo los locos saben querer,

Y sólo los cuerdos desean.

No estaba cuerdo,

Pero siempre maldecía como uno.

Maldecía seguir queriéndote

Y querer seguir maldiciéndote

En el reflejo de un espejo

Reflejaba, en realidad,

Lo enamorado que sigo de ti...

Y seguiré hasta el mismísimo Cielo.