Desaparezco en la niebla de la rutina,
Me diluyo en un océano de miradas ausentes,
Me vuelvo invisible a mi propio yo.
¿Dónde quedan los sueños, dónde?

Me borro de vidas pasadas y muertas,
Me escondo en pliegues contra el destino,
Me veo muerto pero aún respiro.
¿Dónde quedan las sonrisas, dónde?

Ya no persigo la felicidad,
Ya no lucho por un instante,
Ya sólo quiero dos metros de tierra
Porque ya no sueño ni sonrío.

Escribí buenos libros y mejores poemas.
Hice películas sólo en papel.
Creí que con ser bueno bastaría.
Pero vivo en el imperio de la mediocridad.

Y entre mediocres respiro,
Y entre mediocres fallezco,
Día a día, poco a poco.
Quizás en esa insidia residan mis sueños

y sonrisas, quizás.

Peco cada día por cumplir mi penitencia,
Maldigo religiones y morales impuestas,
Blasfemo contra tipejos disfrazados
Y vuelvo a pecar impenitente.

Después llega la calma, tan ficticia,
Apareces en mi mente y cubres mi alma
Y yo doy gracias a cualquier Dios que exista
Y busco pecar de amor y de lujuria.

Y tras el pecado inexistente
Viene el placer inevitable
Con el deseo impertérrito
De besar y versar tu cuerpo...

Y tu alma.