Acostumbro a ser una roca,
Un trozo de mármol,
Un simple lapilli
Que aguarda a que el viento lo azote,
Lo mueva,
Lo lleve donde estás tú.
Acostumbro a esperar al viento,
Con su humedad salada
O su sequedad sahariana
Para que me vuelva a llevar a ese rincón
Visceral
Donde estás tú.
Acostumbro a estar callado
Mientras la brisa se convierte en tifón
O en tormenta tropical
Para que lo que me pasa al contemplarte
No lo sepas
Ni siquiera tú.
Acostumbro a una pasividad fría,
A un dolor interno
Que resquebraja la piedra, el mármol,
El simple lapilli,
Para no molestar
Allá donde estás tú.
Acostumbro, por fin,
A amarte en silencio,
A desearte a cada momento
Y mientras el viento me azote
Esperaré a que me lleve (algún día)
Donde estás tú.