El poeta Pudovkin provoca

Proponiendo propaganda proscrita

Porque parece profunda

Pero sólo es perenne perborato,

Pésimo perborato.

Promete, por palabras profundas,

Presentes perfectos

Por pasados penosos,

Pieles impúdicas para pervertir

Por pellejos perdidos y pretéritos.

Pero la publicidad apareja

Problemas de producción,

Pecados de perversidad

Pospuestos por la propuesta

Del pobre Pudovkin

El poeta peca de pretencioso

Publicitando procacidades y perboratos,

Putas y políticos,

Penas pintadas de perfección.

Peca por pornógrafo que no por poeta.

Te escurres, te escapas,
Eres una gota de mercurio en mis dedos,
Una gota que brilla y me hace mejor,
La gota que colma mi deseo, mi amor.

En cada deseo hay un paseo por tu cuerpo,
Y la gota de mercurio se vuelve sudor
Que perla la perla de tu frente inteligente
Al tiempo que enloquece y enternece mi amor.

Es tu condición desigual, como el  líquido metal
Lo que te hace imán y a mí tu más adepto clavo,
Lo que te agua bendita con la que ungir mi deseo...
Por eso te sigo, te bebo y te quiero, mi amor.

Te escurres, te escapas,
Mercurio al que amo mientras me enloqueces,
Belleza pura que me hace vivir
Mientras me matas por no tenerte, mi amor.

No te vayas, o vete...

No, no te vayas

Mi amor.

Me harto de ser atacado
Cuando lo hacen por mala fe...
Me harto de trabajar
Para ver como un mal vago me escupe...
Me harto de ser infeliz
Por culpa de tantos desvelos...
Me harto de que nunca estés
Cuando más me duelen las heridas...

Y en cada dolor hay un rezo,
Y en cada placer una blasfemia,
Y en cada búsqueda un olvido
Y en cada deseo estás tú.

Me harto de mediocres envidiosos
Que van de jefes y no son nadie...
Me harto de corruptos bajo siglas
A los que no ahorcamos mi quemamos...
Me harto de reyes y reinas
Cuyo futuro pago yo...
Me harto de curas y monjas
Cuya labor es eternizar mentiras...

Y en cada dolor hay una ausencia,
Y en cada gozo tu persona,
Y en cada busca están tus ojos,
Y todo el deseo eres tú.




(El faro del Cabo Isabel, Edward Hopper)

Se me ha clavado la espina de tus ojos,
La espada de tu sonrisa,
La daga del beso que aún no me diste.

Me atraviesas entre café y palabras,
Me sajas mis ojos rojos,
Me cortas en trozos hechos de amor.

Y cada verso que escribo es un llanto,
Cada fonema un lamento,
Cada poema un desafío a Dios.

Me quemas con el ácido de tu hermosura,
Me abrasas con el roce de tus yemas,
Me vuelves favilas con solo ser tú.

Me deshaces para rehacerme,
Me vacías para llenarme,
Me haces rezar al futuro

Y cada oración es deseo,
Cada prédica una católica blasfemia,
Cada petición una penitencia de amor.

Amor, amor, amor.
Palabra tomada en vano,
En puro ánimo venal.
Amor, amor, amor
Palabra que me suena a divina
Sólo cuando detrás va tu nombre

tu imagen, tu ser...